Huasipungo es una novela del escritor ecuatoriano Jorge Icaza Coronel. La historia
transcurre en Ecuador en la primera mitad del siglo 20, siendo sus personajes
principales los indios de los huasipungos, huasipungos son los ranchos,
propiedad de los patrones, en los que habitan estas personas. Es una de las
obras más representativas de la literatura indigenista, movimiento que precedió
al realismo mágico y que enfatizaba un realismo brutal.
La obra obtuvo en 1934 el primer premio de novela en un concursopor
exelenia de la grandísima organizado por la Revista Americana de Buenos Aires,
y fue publicada en esa ciudad por la Editorial Losada. El libro constituyó no
sólo una dura crítica a la actitud” además, tuvo un enorme éxito de público y
fue traducida a varios idiomas (hoy está traducida a 40 lenguas). Está
considerada como la obra ecuatoriana más famosa y es una de las novelas
indigenistas por excelencia. En ella se describe cómo las pequeñas propiedades
que los terratenientes entregaban a los indígenas como compensación por su
trabajo, les eran robadas más tarde por los mismos terratenientes y, cuando
aquéllos protestaban por el atropello, eran asesinados.
Huasipungo es una palabra de origen quichua, cuya traducción es
aproximadamente "lote de terreno", aunque su connotación subyacente
implica el hecho de la hacienda parcelada con propósitos premeditados, en
función de los intereses de su propietario, quien proveía (según costumbre de
la época) de abastos a sus 'huasipungueros' (indígenas entregados en
Encomienda, inicialmente (siglo XVI) o por costumbre establecida
posteriormente) a cambio de su trabajo sin remuneración. Luis Cordero Crespo en
Diccionario quichua -castellano/castellano-quichua dice huaspungu, n.,
porcioncilla de tierra que cultiva el indio en derredor de su choza. Además
huasi, casa; pungu: puerta, entrada; depresión de cerros o colinas que da paso
a un camino.
Argumento
Don Alfonso Pereira es dueño de una hacienda en la ficticia localidad de
Tomachi, a la cual no suele dirigirse pues prefería vivir en la ciudad con su
esposa e hija y tener una vida hasta cierto punto cómoda. Presionado por las
deudas y sus acreedores, entre ellos su tío Julio Pereira, éste le propone un
negocio: ir a la hacienda, trabajar la tierra, organizar todo para la explotación
de petróleo y ambientar el pueblo para la expropiación de petróleo, propuesta
de un conocido de su tío, un gringo, Mr. Chapy, quien intuía que en la tierra
de Alfonso había petróleo. Alfonso tuvo que aceptar el negocio para así saldar
las deudas de dinero y salvar el honor de su familia, ya que su hija, Lolita,
estaba embarazada de un cholo -palabra despectiva para referirse al mestizo
hijo de blanco y una india-.
Al llegar a la hacienda Alfonso por las presiones de su tío comienza a
maltratar a los indios; los explota, los esclaviza, los deja sin alimento y los
despoja de los huasipungos sin tener ninguna compasión. Además engaña a todo el
pueblo creyendo que él va a traer el progreso a Cuchitambo, cuando en realidad
solo realiza la carretera para sus propios fines.Los hechos que son iluminados en la novela son narrados a través de
diferentes puntos de vista.Los terratenientes, los jefes políticos y el cura mandaban en aquel pequeño
caserío, que ponía toda su fe en la religión y todo su amor a su trabajo,
aunque le tocara sacrificar su propia vida y la de su familia con tal de que su
Dios estuviera feliz. Ellos ponían todo de su parte para cumplir los deseos de
su amo, el cual más adelante los traiciona; el "señor Alfonsito" como
lo llamaban ellos, les mandó a construir una carretera para comunicarse con la
civilización y poder hacer comercio más adelante, el proyecto comenzó a tomar
forma, pero el terrateniente estaba desesperado por terminar esta obra rápido
para lo cual tomó una técnica de construcción que comenzaría a cobrar vidas
indígenas por lo cual le tocó empezar a entretener al pueblo con aguardiente y
peleas de gallos. Ya finalizada la obra el terrateniente viaja a Quito pero su
tío lo manda a que adelante el proyecto de los estadounidenses a los que
venderían el terreno. Las hambrunas en el pueblo comenzaron a cobrar vidas y
todos los indígenas estaban desesperados, llegando hasta el punto de tener que
robar a los demás para poder subsistir.
Las condiciones en que vivían aquellos sujetos eran deplorables e
inhumanas, los niños, como único juguete, usaban su excremento y sus orines
para hacer una masa y así entretenerse, mientras sus madres eran sometidas a
diferentes trabajos, y mientras sus taitas eran sometidos a duras jornadas de
trabajo forzado y el que se resistiera a este era castigado y aniquilado por
los altos mandos. Cuando un indígena se aporreaba trabajando como es el caso de
Andrés Chiliquinga -uno de los personajes principales-, que en un descuido se
cortó el pie con el hacha, le ponían provisionalmente telarañas y vendas, pero
si este empeoraba lo llevaban donde el curandero, que chupaba la infección del
pie junto con sus gusanos, hasta que el paciente se desmayaba, luego el brujo
preparaba una olla de barro con agua y hierbas, las cuales ponía al fuego y
después procedía a meter el pie del herido en ella, procedimiento que repetía
todos los días hasta que el longo se curara totalmente. Pero lo que es inaudito
es que los terratenientes los obligaban a trabajar aunque estuvieran enfermos,
cambiando la labor hasta que pudieran regresar a su antiguo trabajo.
El indígena era rebajado hasta su mínima expresión, el cura cobraba fuertes
sumas de dinero para celebrar misas, y para los entierros engañaba a los indios
diciéndoles que si no pagaban, sus seres queridos irían al infierno. Era tal el
estado en el que estaba Tomachi que a Andrés y a varios indios les tocó
desenterrar un buey que Alfonso había mandado sepultar. El cuerpo ya estaba
putrefacto pero el hambre de aquellos indígenas con sus guaguas llorando de
hambre lo pudo todo, al llevar la mortecina al huasipungo la asaron pero a la
esposa de Andrés le cayó mal y murió; Andrés tuvo que robar una vaca para pagar
el entierro de su esposa vendiendo aquella vaca a Sangolquí (pueblo vecino),
pero corriendo con tal mala suerte que lo cogieron y lo sometieron a fuertes
torturas, para que el pueblo tomara escarmiento y no hiciera esto nunca.El tiempo pasaba en esta población y el cura explotaba a los
"longos" cada vez más, en esta ocasión él era el único que tenía
buses para comunicarse con los pueblos vecinos, entonces cobraba grandes sumas
de dinero por el transporte de mercancía o de indios. El cura y el
terrateniente eran una sola voz, lo que ellos dijeran era sagrado y tenía que
ser respetado, el que no lo hiciera tendría que pagar con su propia vida. Ya en
últimas cuando el pueblo perdía toda esperanza de una buena comida, empezaron a
correr los rumores en el pueblo de que por fin iban a llegar los
estadounidenses que los salvarían, los longos se preparan con banderas, barren
sus calles y se asean un poco para recibir a los que serían su salvación, pero
apenas empezaron a pasar los carros de los estadounidenses, se dieron cuenta
que estos por el contrario los acabarían.
Estos personajes se reunieron con
Alfonso para hacer entrega del territorio, y empezaron a ordenar la limpieza de
los huasipungos para que ellos pudieran construir sus casas lujosas.Pero lo que no habían predicho era que los runas no estaban dispuestos a
abandonar sus huasipungos para probar suerte en la montaña, cuando menos
pensaron los indios estaban en rebelión y mataron a cinco hombres de la
burguesía, inmediatamente pidieron refuerzos en Quito. Los soldados que
llegaron con sofisticadas armas comenzaron a matar a todos los indios que se
rebelaban. Empezaron a quemar la casa de Andrés Chiliquinga con algunos
refugiados. Entonces los indios empezaron a salir de la casa asfixiados por el
humo y entre ellos salió Chiliquinga con su hijo. Las últimas palabras que se
escucharon de él fueron ¡Ñuncanchic Huasipungo!. Hasta que lo lograron, los
pantanos y las calles ya estaban manchados de sangre indígena que algún día les
sirvió y que nunca pensaron en defraudarlos, siempre fieles hasta que sus vidas
corrieron peligro...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario